Cada año nacen en miles de nuevas empresas españolas impulsadas por el espíritu emprendedor, pero la mayoría no logra consolidarse. Según el último informe de crecimiento empresarial de Cepyme, cerca del 60% de las empresas que se crean no supera los cinco años de vida. Un dato alarmante que invita a analizar los retos estructurales a los que se enfrentan estas compañías y el papel de actores especializados, como Alter Capital.
Algunas pymes españolas hacen frente a varios problemas como la escasa profesionalización, baja adopción digital, dificultades para captar talento, obtención de financiación para sus proyectos, falta de relevo generacional, y un tamaño limitado que frena su expansión e internacionalización, además de una escasa cultura de alianzas estratégicas. Muchas de ellas desconocen que tienen opciones más allá de la financiación bancaria para crecer. Sin embargo, para que puedan acceder a este tipo de inversión, dichas empresas deben cumplir con una serie de requisitos:
- Modelo de negocio sólido y rentable. Empresas con una trayectoria estable, márgenes saludables y una propuesta de valor clara.
- Plan de crecimiento realista. Una estrategia de expansión bien definida, con palancas de crecimiento, proyecciones financieras coherentes y sostenibles.
- Estructura financiera ordenada. Información contable clara y bien organizada facilita la evaluación y el acceso a inversión.
Las pymes advierten que la regulación es uno de sus principales desafíos
Como señalábamos, más del 50% de las pymes españolas manifiestan preocupación por varios factores estructurales que impactan y comprometen su actividad. Aseguran que sus principales desafíos son un entorno regulatorio exigente (57%), actividades fraudulentas (55%), retención del talento (55%) y la inestabilidad política (55%). Así lo refleja el tercer estudio ‘Perspectiva empresarial de las pymes en España’ de Acquis.
La radiografía actual del tejido pyme, compartida por el proveedor refleja, revela cómo este segmento encara el 2025 en un entorno marcado por la incertidumbre regulatoria, la presión financiera y la necesidad de digitalización.