Un domingo cualquiera narra la temporada de un equipo de Fútbol Americano, los Miami Sharks, con su mascota, un gran tiburón. Con un entrenador muy veterano, interpretado por un genial Pacino, muestra una situación muy comprometida tras varias derrotas, con una nueva propietaria al frente de la franquicia, la hija del dueño de toda la vida, amigo del entrenador. Con nuevos métodos, con nuevas necesidades no siempre licitas, no siempre a favor del equipo. Mirando por sus propios interés y necesidades. Bricolador Enmascarado
El estadio está con poco público y el quarterback titular de toda la vida lesionado. Este es sustituido por un joven de su equipo, que se lesiona también. Entra en escena el tercer quarterback, sin demasiada experiencia ni disciplina, sin conocer el libro de jugadas, la biblia de todo equipo de fútbol americano. Muy nervioso, incluso vomita en los partidos. Pierden. Se ve que los métodos del veterano entrenador no están al día, todo se ha quedado obsoleto. Además, tiene problemas a nivel personal con su familia y con la propietaria. Bricolador Enmascarado
Willie es indisciplinado, pero tiene talento, comienza a hacer funcionar al equipo. Pero es individualista y no hace que el equipo lo tome del todo enserio, lo que pone en peligro su pase a los playoffs. Tras varios problemas, recapacita y consiguen ganar la competición. Bricolador Enmascarado
Sabemos que en todo juego de equipo hay muchos detalles que no controlamos, el tiempo, la suerte, las lesiones, la fusión de los integrantes del equipo. Pero hay otros que no tienen negociación alguna. Un líder es el primero en poner lo objetivos en común con el resto del grupo, con el resto de la organización. Si cada uno rema en una dirección, la nave no llega a ningún lugar. Si quien dicta las normas, no las respeta, ni respeta a su equipo, no conseguirá nada de nadie, con malos resultados asegurados. Cuando un líder sacrifica su provecho personal, por el bien del grupo, es cuando las cosas comienzan a funcionar de verdad.
Cuando Willie da su cara más humilde, cuando se integra en todo el conjunto de los compañeros, no solo sus pases llegan mejor y más lejos, sino que todos van en una misma dirección. No solo llegan a poner el balón tras la línea, conseguir un tanto, logran saber y creer que van a ganar un partido.
Un producto nace con una idea, con unas expectativas, pero si no está pensado para el público, no para unos pocos, sino para el gran público, no tendrá venta. Si en una tienda o cadena de tiendas no se hace al equipo partícipe de objetivos, de resultados, de premios, de organización con cara y ojos, no se va a lograr nada, se caerá en el barro de un domingo cualquiera, en donde cada pisada cuesta la vida, en donde nadie recoge el balón cuando lo lanzas, porque están mirando cada uno en una dirección diferente.
Hay una única dirección, hay un partido. No muchos, uno a uno, centímetro a centímetro. Cuando sale el sol, todos lo ven más claro. La venta es dura, la competencia cada día más preparada y feroz. Nadie perdona nada, nadie recuerda éxitos del pasado. Los títulos de ayer son solo polvo en la memoria de algunos.
En los días de lluvia es cuando los partidos son más complicados, cuando un líder debe transmitir a sus equipos cómo vender, cómo atender a los clientes, cómo saber ganar cada yarda, para que no sea un domingo cualquiera, sino el mejor de la temporada.