PANTER VITA ECO
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Hoy hablaremos de un clásico del cine. Nos referimos a una obra maestra, ‘Los Pájaros’, del maestro del suspense Alfred Hitchcock. Un filme de 1963 que cuenta con un gran reparto: Tippi Hedren, Rod Taylor, Jessica Tandy, Suzanne Pleshette y Veronica Cartwright.

La película nos narra una historia de terror en la que Melanie Daniels, la hija consentida de un gran magnate de los diarios, quiere comprar un pájaro para su tía. Para ello, entra en una tienda de animales donde conoce al abogado Mitch Brenner. Ambos se enamoran y ella le sigue hasta Bodega Bay intentando encontrarlo.

Tras varias idas y venidas en el pueblo para intentar encontrarlo, ella es atacada por una gaviota. En una fiesta de cumpleaños las gaviotas también atacan a un grupo de niños. Además, otros niños sufren un ataque de cuervos al salir de la escuela. Más tarde otro grupo de gaviotas atacan la gasolinera del pueblo, provocando explosiones y matando a personas. Todos se refugian en la casa de la madre de Mitch y allí sufren otro ataque por parte de las gaviotas que intentan a toda costa entrar en la casa hasta que consiguen acceder por el desván. Ella es atacada y sufre heridas. Al final, a la mañana siguiente, los pájaros están tranquilos. Ellos consiguen salir en su coche en un camino repleto de pájaros hasta poder abandonar esa isla.

La verdad es que, esta historia de terror, con un escenario complicado de imaginar en el que todos los pájaros se alinean para atacar a los humanos, parece francamente imposible de que se pueda dar en la realidad. Es difícil buscar un motivo si todo parece tranquilo en ese pequeño pueblo, en una isla remota aparentemente idílica. Así era nuestro mercado hace unas décadas. Todo era plano, todo era amable, sin ataques de ningún tipo en una armonía mágica y maravillosa.

Pero todo cambió. Llegaron las grandes superficies, las grandes cadenas y las ofertas agresivas para mover la idílica situación en la que ese pequeño pueblo estaba inmerso.
Fueron, poco a poco, como los primeros ataques aislados. Uno a uno, para luego pasar a ser en pequeños grupos, para finalmente ser un mar lleno de pájaros agresivos.

¿Hemos hecho algo para protegernos de esos ataques? Los grupos de compras o las cooperativas han hecho todo lo que podrían hacer. En ocasiones hemos identificado al erróneo enemigo, como la ferretería de la esquina, o la del otro lado de la isla. No son ellos, son los cuervos, los que te van a atacar. Por ello, una buena unión, una buena visión del futuro, hubiera sido mucho más útil. No tiene sentido que en una cooperativa x, cada socio tenga su web. Todos deberían tener la misma para que puedan dar un servicio global, para que la visión del consumidor vea a un grupo grande, cohesionado, que pueda ofrecer una oferta amplia y potente. Pero no, la suyo es buscar guerra en el lugar que debe haber unión.

En la calle de la esquina no están las respuestas de cómo ser mejor, sino de cómo ser más fuertes. Vemos las gaviotas en cualquier lugar, pero no están, solo nuestros miedos, nuestras frustraciones. Si no has pintado la tienda en 30 años, no es culpa de los cuervos, es solo culpa de la dejadez. Si el escaparate es el mismo de antes de la pandemia, solo tiene una razón, dejadez. Los pájaros que nos atacan son los interiores, son motivos de la poca preparación, de vivir en el pasado, de las pocas ganas de superación, de querer seguir solos en un camino en el que entre todos nos tenemos que proteger de los picos de las gaviotas.

Si no queremos verlos, nuestra casa quedara hechas ruinas, las gaviotas entraran por la chimenea, por el desván, por las rendijas de las ventas. Eso pasa por no cambiar lineales, por no hacer ofertas, por hacer de las cabeceras rincones de suciedad en lugar de propuestas de valor de ofertas. Si nuestro negocio no aporta un plus de valor, las alas de los cuervos pondrán una oscuridad difícil de poder superar. No hay razones ocultas sobre dejadez manifiesta. Hoy es la escuela, mañana la fiesta, pasado la gasolinera, un sin parar de ataques que no sabemos cómo detener, pero sí vemos como nos afecta.

Creamos o no, este es nuestro mercado actual, donde el pequeño puede ser devorado por el grande, por las grandes superficies, por las ofertas de internet, por las ventas agresivas. Puede ser devorado la falta de competitividad, por no estar al día en las últimas tecnologías.

Para qué vamos a cambiar, si llevamos toda la vida haciendo lo mismo. El peor mal del sector es que creemos que lo sabemos todo. Como la experta en pájaros, que sabe miles de cosas, multitud de datos, pues es su pasión y no admite que nada nuevo pueda pasar. Pero, por desgracia, el mundo ha cambiado y las circunstancias son otras.

Creemos estar en el centro del universo, saberlo todo y un poco más. Al final, solo sabemos que no sabemos nada de nada. Solo que si nos quedamos como estamos, seremos una victima más de los cuervos, que no tendrán piedad de nosotros.

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