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Con las fiestas de Navidad nos vienen a la mente algunas películas que pueden ser de interés. Una de ellas es el ‘El Grinch’, película del año 2000 dirigida por Ron Howard. Se trata de una obra de animación con una historia peculiar.

Con las fiestas de Navidad nos vienen a la mente algunas películas que pueden ser de interés. Una de ellas es el El Grinch’, película del año 2000 dirigida por Ron Howard. Se trata de una obra de animación con una historia peculiar.

Es la vida de un personaje muy especial, el Grinch, que se aísla en una cueva en lo alto de la montaña. Tiene una particular animadversión por todo lo que tiene que ver con la Navidad. Vive en un pueblo llamado Villaquién. El odio por esta festividad viene de su infancia, en la que no pudo ser feliz y, desde entonces, vive en soledad.

Una pequeña niña, Cindy, se cruza en su vida. Ella tiene el deseo de conocer a Papá Noel para pedirle que ayude a su madre, ya que tiene que criarla sola junto a dos bebés mellizos. Trabaja mucho para poder darles todo lo que necesitan.

En su pueblo plantan un grandioso árbol navideño, lo que hace que el Grinch quiera robar la Navidad a todos los habitantes de ese adorable pueblo. Por ello, trama un plan para hacerse con todo lo que le recuerde a las fiestas y se apoya en su habilidad para crear artilugios que le sirven para cumplir con su objetivo.

Mientras, Cindy y sus amigos traman un plan para capturar a Papá Noel, cuando vaya a su casa. El Grinch, roba todos los árboles, regalos y adornos de las casas. Cuando llega a la última, la casa de Cindy, ella le captura para poder explicarle que lo que pide no son regalos, sino que ayude a su mamá. Esto le conmueve, pero igualmente roba todo lo relacionado con la Navidad.

Aún así, los habitantes del pueblo, sin regalos, sin adornos y sin árboles, están felices. El Grinch no logra comprenderlo. Esto hace que intente devolver lo que ha robado, por lo que los habitantes del pueblo, como muestra de agradecimiento, le invitan a cenar por Navidad. Este gesto hace que el Grinch recupere su espíritu navideño.

Es una historia muy tierna, repleta de sentimiento, pero con un claro mensaje que nos tramite que puedes ser diferente; que puedes querer vivir entre la gente sin seguir sus normas y reglas, aunque ello signifique estar apartado, ser visto como un extraño, un ser diferente y alejado de la realidad de los demás. Al mismo tiempo, esa realidad paralela puede estar distorsionada por algo que nos hizo creer que solo nuestra razón es la correcta.

Esto lo podemos ver en algunos negocios que siguen en su línea, apartados de la realidad actual, viviendo de espaldas de lo que hacen los demás. En ello está nuestra lucha por no querer esa realidad, por vivir otra, de espaldas a los que hacen otros. Vemos negocios con el mismo aspecto desde hace demasiados años. Tenemos estanterías viejas, sin precios, sin adecuar la tienda a lo que el cliente quiere. No vemos los cambios del exterior que no hemos querido dejar entrar más allá de la puerta de la cueva de la montaña del Grinch. Somos unos huraños en un mundo diferente, que cambia a marchas forzadas, que no sabe de aquellos que viven anclados en pasados sin justificar. No damos luz a la sala de venta, no cambiamos aparadores, no damos vida la tienda, no dejamos que las novedades entren a formar parte de nuestra oferta. No queremos a publico diferente, que pueda increpar nuestra forma de hacer las cosas.

No queremos cambiar, no queremos ser como los demás, pese a que ello, nos pueda acarrear en un pasado oscuro, sin futuro. Tenemos la oportunidad, como el Grinch, de poder ver un poco de luz el árbol de la plaza, en los cánticos de los habitantes del pueblo. Pero, en demasiadas ocasiones, damos la vuelta, volvemos a la cueva en la vivimos, donde nos alejamos de la realidad. No queremos saber de avances, de nuevas formas de venta, de crear nuevos vínculos con los nuevos consumidores. Son tiempos nuevos, que no queremos dejar entrar en nuestras tiendas, como los carteles que espantan a los visitantes de la casa del Grinch.

Hasta ese personaje de color verde, de artes malignas, puede ver que nada es del todo cierto, ni nada es del todo erróneo. Hay que mirar al nuevo amanecer que nos puede cambiar la vida. Dejar entrar el sol del nuevo día que nos de un aire nuevo, que nos pueda ponernos en el nuevo modo de entender, de que, o cambiamos o, por el contrario, esa cueva nos caerá encima para dejarnos sin ser parte del nuevo mercado que nos espera tras las cumbres nevadas, que esperan el paso del trineo de Papá Noel.

No seas un Grinch, participa como un adorable miembro más de ese pueblo que quiere ser especial, diferente, pero especial. Que el verde sea el color de la esperanza, no del olvido en el pasado que puede arruinar tu negocio.

Redacción: Bricolador Enmascarado.

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